Para no engamar demasiado, los tonos pastel —presentes en textiles, complementos, suelos y paredes— se combinaron con notas granates y fucsias más intensas.
El blanco en sus diferentes matices está presente tanto en la cocina como en el comedor.
El fregadero de loza blanca de generosas dimensiones, ubicado sobre un módulo de almacén cubierto con una cortinilla de tela, aporta ese toque vintage exacto a la zona de trabajo.
Una mesa, una silla, un banco y un sillón ocupan el lugar central y son los complementos que rodean la composición los que le otorgan el carácter campestre. Los cantos rodados en blanco que cubren el suelo, la pérgola con tela estampada con florecillas y la abundante vegetación crean un marco repleto de paz.
La hiedra que cuelga de pequeñas macetas aporta frescor a la terraza. Otra idea in: reserva un rincón que reciba luz natural para crear tu pequeño huerto urbano.
La mesa, las sillas y la lámpara de techo del office refuerzan este efecto con sus diseños.
Textiles florales o a cuadritos en manteles, paños, cojines o cortinas, envases de hojalata, vajillas de porcelana y de cristal transparente y coloreado, expositores con tapas de cristal y algunas plantas aromáticas para condimentar los platos son algunos de los detalles que no puedes olvidar en tu cocina de estilo cottage.
Son claves las líneas suaves del mobiliario, en tonos claros y con predominio de maderas blanqueadas y decapadas que den un cierto aspecto envejecido. No puede faltar una mesa de comedor tradicional, sillas de diferentes estilos y una vitrina o alacena acristalada que muestre una coqueta vajilla de porcelana.
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